Vicente Fernández - Ese señor de las canas
Nadie sabe cuánto tiempo
traía cargando amarguras,
cómo recuerdo a mi viejo
y sus tantas aventuras.
Se le volvieron los años,
en su rostro, una madeja,
y transformó su sonrisa,
tan sólo por una mueca.
Si encuentras en tu camino
a un hombre que va llorando,
dile que a diario en mis rezos
su nombre voy pronunciando,
por señas, tiene ojos tristes,
herido su corazón,
es alto y de pelo blanco,
su mirada es puro amor.
«Ese señor de las canas,
en las buenas y en las malas,
siempre supo responder,
fue pobre, allá por su infancia,
tuvo un poco de ignorancia,
pero, pero la logró vencer.»
Si encuentras en tu camino
a un hombre que va llorando,
dile que a diario en mis rezos
su nombre voy pronunciando,
fue andador de mil veredas,
de pueblos, y calles viejas,
ahí quedaron sus años,
ahí acabaron sus penas.