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Mi Cristo Rey


Esta mañana se despertaron en mí recuerdos, sobre ese Cristo Rey al que tanto le debo, y que tanto me escucha...

Lo compró mi abuela paterna, ella murió cuando yo apenas tenía dos años, no la recuerdo, pero mi padre, y sobre todo sus dos hermanos, el cura y la monja, hablaban mucho, muchísimo de ella... Era maestra, la querían con locura, aunque tengo entendido que era una mujer muy rígida y estricta.

Cuando ella murió, sus cosas, sobre todo las de más envergadura, fueron a parar, por lógica, a casa de mi padre, ya que sus hermanos no tenían casa propia. El hermano estaba en Puerto Rico, estuvo allí muchos años, y aún añora volver, ahora que lo van a jubilar forzoso... Mi tía ha estado siempre en colegios de monjas, por España, como maestra. En vacaciones, los dos venían, lógicamente, a casa de mis padres, a ver a su hermano y a sus seis únicos sobrinos... Y allí, en la pequeña casita que teníamos en La Línea, mi pueblo natal, estuvo siempre, desde que yo recuerde, el Cristo Rey de mi abuela, en un sitio de honor.

Aquella casita, (que ahora es de mi hermano), tenía como entrada una salita, en ella había 5 puertas que daban acceso a un pequeño servicio, una pequeña cocina, y tres alcobas, una para mis padres, otra para mi hermano, y otra para nosotras. Además había otra puerta, más grande, que daba al balcón. Imaginaros la salita, con tantas puertas, no había sitio apenas para muebles. Recuerdo un sofá, una mesa grande con sus sillas (para comer los ocho), y un aparador para poner encima la tele. En ese rincón del aparador, en la pared, estaba el Cristo Rey, siempre enfrente de nosotros, mirándonos, siempre atento a todo lo que allí acontecía.

foto tía y sobrinas

En esta foto, está una prima hermana de mi padre, con mis dos hermanas mayores. Al fondo, en ese edificio blanco de cuatro pisos, que tiene un pasaje debajo, estaba mi casa. Justo en el primer piso, son las ventanas que hay sobre el pasaje.

La casa daba a dos calles, esta placita que se ve, y la que hay al otro lado, llamada Calle Andalucía.

Cuando nos vinimos a Albacete, la casita de La Línea seguía estando allí, esperándonos para las vacaciones, con su Cristo Rey, solitario, también esperando nuestra vuelta. Este Cristo Rey, tan antiguo, (más de 40 años), fue encargado restaurar por mis padres, y quedó muy bonito, le hicieron una peana nueva, pues la antigua, de madera, ya estaba muy deteriorada por la humedad de aquellas zonas.

Murieron mis padres, y en poco tiempo, dos de mis hermanas quisieron ir a La Línea, para recuperar recuerdos y objetos personales, no queríamos que se perdieran por allí. Yo entonces estaba embarazada de mi primera hija, y además, estaba de baja, en reposo absoluto. No pude acompañarlas, pero Paco, mi marido, les hizo un encargo; nosotros queríamos el Cristo Rey. Fue idea suya, creo recordar, que nos lo quedáramos. Nadie se opuso, y nos trajeron el Cristo Rey.

foto Cristo Rey 1

En principio, lo pusimos en nuestra habitación, como podéis ver en esta foto, pero lo cierto es que nos resultaba un poco incómodo, y además no estaba como en La Línea, en su peana, en la pared, a la vista de quien quisiera ir a su lado...

Estas Navidades decidimos trasladarlo a la escalera que da acceso al garaje, por allí pasamos continuamente, y lo saludamos cada vez que nos vamos, o venimos, o, simplemente, pasamos por allí.

Así lo vemos cuando bajamos la escalera:

foto Cristo Rey 2

foto Cristo Rey 3

Y así, cuando subimos:

foto Cristo Rey 4

foto Cristo Rey 5

Nunca se me olvida besarle en el pie cuando paso a su lado, y hablarle cuando estoy triste, o darle las gracias cuando, tan a menudo, atiende mis peticiones...

Es un gran legado de mis padres, de mi abuela, y por eso le doy las gracias a mi marido, porque a él se le ocurrió traerlo...