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Amarse con los ojos abiertos 1


Cuando las personas se encuentran con dificultades en la relación, tienden a culpar a su pareja. Ven claramente cuál es el cambio que necesita hacer el otro para que la relación funcione, pero les es muy difícil ver qué es lo que ellas hacen para generar los problemas. Es muy común encontrar estas respuestas en una sesión de pareja:
- ¿Qué te pasa?
- Lo que me pasa es que él no entiende.
Yo insisto:
- ¿Qué te pasa a ti?
Y ella vuelve a contestar:
- Lo que me pasa es que él es muy agresivo.
Y yo sigo hasta el cansancio:
- ¿Pero qué sientes tú? ¿Qué te pasa a ti?

Es muy difícil que la persona hable de lo que le está pasando, de lo que está necesitando o sintiendo. Todos quieren siempre hablar del otro. Es muy diferente encarar los conflictos que surgen en una relación con la actitud de revisar «¿qué me pasa a mí?», que enfrentarlos con enojo, pensando que el problema es que estoy con la persona inadecuada.

Muchas parejas terminan separándose a partir de la creencia de que con «otro» sería distinto, y por supuesto, se encuentran con relaciones similares, donde el cambio es sólo el interlocutor. Por eso, frente a los desacuerdos, el primer punto es tomar conciencia de que las dificultades son parte integral del camino del amor. No podemos concebir una relación íntima sin conflictos. La salida sería dejar de lado la fantasía de una pareja ideal, sin conflictos, enamorados permanentemente.

Es sorprendente ver cómo la gente busca esta situación ideal. Y cuando el señor x se da cuenta de que su pareja no corresponde con ese modelo romántico ideal y novelesco, insiste en decirse que otros sí tienen esa relación idílica que él está buscando, sólo que él tuvo mala suerte porque se casó con la persona inadecuada.

¡No! No es así. No se casó con la persona inadecuada. Lo único inadecuado es su idea previa sobre el matrimonio, la idea de la pareja perfecta. En cierto modo, me serena saber que esto que no tengo, no lo tiene nadie, que la pareja ideal es una idea de ficción, y que la realidad es muy diferente. El pensamiento de que el pasto del vecino es más verde, o que el otro tiene eso que yo no alcanzo, parece generar mucho sufrimiento. Quizá el aprender estas verdades pueda liberar a algunas personas de estos tóxicos sentimientos.

La realidad mejora cuando me decido a disfrutar lo posible, en lugar de sufrir porque una ilusión o una fantasía no se dan. La propuesta es: «Hagamos con la vida lo mejor posible...» Sufrir, porque las cosas no son como yo me las había imaginado, no sólo es inútil, sino que además es infantil.

Esta es la nueva propuesta, empezar a pensar en la pareja desde otro lugar, desde el lugar de lo posible y no del ideal. Por eso es que vamos a intentar ver los conflictos no sólo como un camino para superar mis barreras y poder acercarme así al otro, sino también como un camino para encontrarme con mi compañero, y por supuesto, a partir de lo dicho, como un camino para producir el transformador encuentro conmigo mismo.

Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento personal. La relación suma, por eso vale la pena. Vale la pena (es decir, vale pensar por ella). Vale el sufrimiento que genera. Vale el dolor con el que tendremos que enfrentarnos, y es valioso porque cuando lo atravesamos, ya no somos los mismos, hemos crecido, somos más concientes, somos más plenos.

Jorge Bucay y Silvia Salinas