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La depresión, compañera indeseable


La depresión es un estado de ánimo permanente en el que hay nerviosismo, estado de humor bajo, con deseos de llorar sin motivo. Puede asociarse a problemas para dormir (insomnio), inapetencia o disminución del apetito, cambios en el peso, falta de ánimo e iniciativa para la acción (abulia), etc. Puede iniciarse de un modo imperceptible y llegar poco a poco a un estado más profundo.

En términos simples, es meramente una emoción negativa debido a sensaciones y evaluaciones contraproducentes. No obstante, puede ser también signo de una seria enfermedad. La depresión es un término que puede describir tanto trivialidades como tristezas, desórdenes neuróticos o psicóticos. Puede ser suave, moderada o severa. Puede ser inofensiva o de peligro para la vida. La depresión puede ser una inspiración para algunas personas creativas, pero terminar en suicidio para otras.


Las causas de la depresión pueden ser:

-Expectativas irreales de sí mismo o de los demás. Querer mucho de la vida, de sí mismo o de los demás, es un camino seguro hacia la ira y la depresión. Si nos planteamos una meta sin realismo, obviamente no lo alcanzaremos, y lo único que lograremos será deprimirnos.

-Una imagen distorsionada de sí mismo, que está generalmente asociada a expectativas exageradas de la propia capacidad, irreales. Querer ser diferente o considerar que somos peores de la realidad.

-La auto conmiseración o auto compasión, que crea, renueva y enfatiza sentimientos de disgusto, de desconfianza y de abulia (falta de ánimos). Compadecernos a nosotros mismos es un mal consejero. Hacerlo requiere estar constantemente centrado en los fracasos, las dificultades y los errores que hemos vivido, y en lugar de alimentar nuestro espíritu con ideas positivas o con ideales a conquistar, nos convencemos de que es imposible o somos incapaces.

-La introspección (analizarse continuamente), insistiendo en los aspectos negativos de la vida, siempre llevará a disgusto y hastío.

-Una situación no solucionada de la que nos sabemos culpables, creará depresión, miedo, ansiedad, desestima de sí, culpa, etc. Somos humanos y, por lo tanto, nos equivocamos, eso es algo que todos hemos experimentado. Cuando nuestros errores han causado conflicto o dolor a quienes queremos y no hemos logrado cerrar el caso, permanece en nuestro interior y no nos permite vivir con serenidad. Saber decir lo siento en el momento adecuado, es una gran ayuda para vivir en paz.

-Conversaciones negativas (insistir en lo negativo), no ayuda a elevar el estado de ánimo.

Podremos sentir algunos síntomas, pero no comprender lo que ocurre hasta que se intensifican. Éstas son las tres etapas de la depresión:

Depresión ligera: Tu ánimo decae. Existe una pequeña pérdida de interés en lo que normalmente disfrutas. Pueden presentarse también sentimientos de frustración, pero tu forma de pensar sigue igual.

Depresión: mediana: Todos los síntomas previos se intensificarán, pero ahora sufrirás un sentimiento prevaleciente de desesperanza. Pueden surgir lágrimas sin un motivo aparente, problemas de descanso y alimentación, ya sea por defecto o por exceso.

Depresión severa: Todos los síntomas previos se repiten acentuándose. Es obvio el descuido personal y la limpieza, el afeitarse o ponerse maquillaje. Es toda una faena el completar las tareas diarias. Es frecuente el llanto, con intensos sufrimientos de abatimiento, rechazo, desánimo, culpa, autocompasión. Se interrumpen los patrones de comida y descanso.


Sugerencias prácticas:

-No dejar entrar en el corazón pensamientos o ideas que nos arrastran. Pueden ser sentimientos de fracaso, entonces hay que considerar todo lo que sí hemos logrado. Si es una ruptura afectiva, lo que debemos hacer es no darle vueltas.

-Higiene física (buena alimentación, actividad física) y mental (pensamientos, ideas y conversaciones positivas). Muchas veces las emociones y afectos ingresan por la mente; si impedimos los pensamientos negativos y además encauzamos la energía y nos distraemos haciendo algún deporte, evitaremos muchos problemas.

-Mantener ideales nobles de lucha y esfuerzo. Que éstos nos lleven a superarnos, a mirar hacia arriba y no desalentarnos en las dificultades. Un ideal, un deseo, una cima a conquistar nos llevará a esforzarnos con la vista puesta en ello.

-Estar abierto a la confianza y al futuro. Siempre llegan mejores momentos. Vivir con confianza y esperanza levanta el ánimo. No se trata de ser idealista o vivir con la cabeza en las nubes, sino de buscar una meta que nos motive y estimule, que sea alta y al mismo tiempo realizable y nos mantenga en tensión positiva.

-Realismo en las expectativas sobre sí mismo y los demás. Realismo que no significa estrechez de horizontes, sino calcular muy bien lo que tengo y puedo para plantear mis planes. Aprender a ver no sólo lo malo sino también lo bueno. Hay que descubrir lo bueno que poseo y potenciarlo.

-Compadecerse de los demás e intentar solucionar las necesidades de los otros. Estar atentos a lo que otros necesitan centra nuestra atención en ellos y nos permite ver que no estamos tan mal, porque aún podemos ayudar a otros.

-Mirar hacia adelante, buscar y construir algo mejor sin permanecer lamentando el pasado. No se puede vivir en el pasado. El pasado ya no se puede cambiar. Si hemos visto qué pudimos haber hecho para obtener mejores resultados, ahora se trata de quedarse con lo aprendido y no volver sobre lo que no dio acierto.

-Aprender a pedir perdón y a perdonar a los demás y a sí mismos. Eso mantiene nuestra mente serena y capaz de mirar hacia delante.



Grandes hombres y mujeres a través de la historia han luchado contra la depresión. Por lo tanto, no permitas que nadie te diga que esto es algo anormal. ¡Sencillamente no es cierto! Es una respuesta normal a lo que ocurre en la vida. Cualquiera que sea tu situación, acude a un profesional idóneo para que te acompañe y oriente en tu proceso de superación de la depresión.

H. Norman Wright