Amistad a toda costa
Nunca sentí la suavidad de tu piel, pero encontré mi paz en la suavidad de tus palabras.
Nunca vi tus manos trabajar, pero con tus manos me pusiste a trabajar mi corazón.
Nunca vi tus movimientos, pero el caprichoso dinamismo que tu ser mueve, hace que se mueva nuestra amistad.
Nunca estuve a tu lado, pero te hiciste inseparable de mi corazón.
Nunca nos reímos juntos pero sí, pensando en ti, alguna vez me hiciste reírme sola en medio de tristezas pasajeras.
Nunca te vi en tu locura, pero ella fue la que me hizo conocer tu parte de cordura.
Nunca vi cuán lejos apunta tu mirada, pero encontré en ti una visión de esperanza.
Y si nunca nos juntáramos, igual podemos decir que nos encontramos dentro de nosotros mismos.
Y si nunca nos reunimos, igual podemos decir que somos uno mismo en nuestros sentimientos.
Y si nunca nos viéramos, igual podemos decir que nos reconocemos.
Y si nunca camináramos juntos, igual podemos decir que nos acompañamos.
Podría ser sorda, pero no dejaría nunca de escucharte dentro de mí.
Podría ser ciega, pero igual puedo ver la luz dentro de ti.
Podría ser muda, pero estoy expresando lo que siento en un profundo silencio.
Es por esto que somos la prueba de que la amistad pasa todas las pruebas, porque ante todas las posibilidades y ante tanta distancia, no estamos aislados.