La muerte
Recuerdo a un joven no mayor de 18 años a quien vi por última vez el día que sepultaron a su abuela; él estaba ayudando a descender el ataúd a la fosa. Estoy segura que él jamás imaginó que ocho días después, su cuerpo inerte estaría bajo el mismo procedimiento.
Seguramente tú también tienes recuerdos de este tipo entre tus conocidos y familiares. Estas personas que ya no están entre nosotros, es muy probable que el mismo día que murieron, a alguien le dijeron: «nos vemos mañana» o «regreso en un rato». En ningún momento imaginaron que iban a morir.
Con esto debemos entender que la muerte no respeta edad, raza, religión, sexo, estado de salud, etc. Es perfectamente claro que el único requisito indispensable para morir, es estar vivo, así que tanto tú como yo, estamos expuestos a morir en cualquier momento; por tanto vale la pena hacernos esta pregunta: «¿estoy preparado para morir?»
Los seres humanos regularmente preparamos el camino para quienes han de nacer: se prepara la cuna, la ropa del bebé, se celebra a la futura mamá, se le espera con mucha alegría e impaciencia, con cuidado se le busca el nombre, y se tienen todo tipo de atenciones para ese nuevo ser. Así que podemos decir que de alguna manera «nos preparamos para un nacimiento», sin embargo, en su mayoría, los seres humanos no nos preparamos para morir.
La muerte es un proceso natural de todo ser vivo, se dice que de lo único que podemos estar seguros los seres vivos cuando nacemos, es que algún día tendremos que morir. No obstante esto, el sentimiento de dolor y de tristeza en quienes continúan viviendo, se hace presente, ya que en gran medida, no han sido educados sobre este tema, tienen incertidumbre en cuanto al destino de esos seres. En este punto de la reflexión es fundamental comprender que el ser humano es lo que no se ve.
El cuerpo es el estuche que Dios nos puso, el alma es la manifestación carnal del cuerpo en sentimientos y emociones, y espíritu es tu verdadero ser que proviene de Dios, por lo tanto, el más importante, porque ese es eterno, Él nos hizo así. Esa parte es indestructible para vivir eternamente, de tal suerte que nuestro paso por la tierra es efímero, es nada comparado con la eternidad.
Concluimos entonces que la muerte (física) es el regreso a casa de tu verdadera existencia, y así como hay alegría cuando naces aquí en la tierra, hay gozo en el paraíso cuando vuelves a tu origen.
El dolor que sientes por alguien que se va es almático (sentimiento y emoción), es una manifestación de la carne que está en el cuerpo, es cuestión de costumbre, y no debes anidarlo por mucho tiempo, mas bien gózate, porque la muerte es el sello (la visa) para viajar a la presencia de Dios, estado tan maravilloso, que la constancia está en que nadie regresa. Si no fuese tan bello, la gente haría maleta para volver a la tierra.
Betty Aguirre