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Las palabras de los padres


Cómo valerte de la comunicación amorosa y eficaz para incrementar la autoestima de tu hijo y reducir tus frustraciones al criarlo.

De la misma forma que nuestro mundo tiene problemas con la peligrosa contaminación, la toxicidad y las armas, así pasa en los hogares. Con frecuencia nos envenenamos y nos herimos unos a otros con las palabras que usamos, especialmente a nuestros hijos. Tú puedes haber crecido con padres que usaban palabras como armas, y esperabas no hacer lo mismo con tus hijos. Pero probablemente repetirás el patrón de alguna manera; a menos que seas la transición para romper los antiguos patrones y desarrollar nuevas normas saludables de comunicación.

Yo le llamo armas nocivas a aquellas palabras crueles, mordaces, amargas, degradantes y condenatorias que usamos para herir a nuestros hijos emocionalmente. Nuestras palabras con frecuencia son lanzadas como proyectiles verbales para atacar el comportamiento del niño, la apariencia, la inteligencia, la aptitud o el valor como persona.

Las palabras que hieren y azotan por dentro son como golpes físicos que amoratan y laceran la piel. Por eso es que lo llamamos abuso verbal. Con frecuencia ignoramos el daño que causan nuestras palabras porque no podemos ver las heridas internas. Incluso cuando el asalto verbal se detiene, el daño emocional continúa con el niño en la adultez.

El abuso verbal puede ser directo, abierto y obvio. Por ejemplo, he escuchado a padres llamar en público a sus hijos «estúpidos, retrasados o inútiles». He oído reprimendas nocivas de los padres como «tú nunca serás nada» y «¿no puedes hacer nada bien?».

El antídoto para el que señala faltas:

- ¿Cómo puedes tú empezar a cambiar la destrucción de las palabras y acciones criticonas? Aprendiendo a amar a tus hijos incondicionalmente.

Algunas directivas para el amor incondicional es recordarte constantemente a ti mismo que:

- Ellos son niños.

- Tendrán la tendencia a actuar como niños.

- Mucho del comportamiento infantil es desagradable.

- Si hago mi parte como padre o madre y los amo a pesar de su comportamiento infantil, estarán capacitados para madurar y dejar sus niñerías.

- Si sólo los amo cuando me agradan y se lo comunico sólo durante esos momentos, no se sentirán amados genuinamente. En consecuencia, esto les hará inseguros, les dañará su autoestima y realmente les impedirá avanzar hacia un mejor autocontrol y comportamiento más maduro. Por consiguiente, su comportamiento y desarrollo es mi responsabilidad tanto como lo es de ellos.

- Si los amo incondicionalmente, se sentirán bien con ellos mismos.

- Si sólo los amo cuando cumplen con mis requisitos o expectativas, se sentirán incompetentes. Creerán que es infructuoso hacer lo mejor que puedan porque nunca será suficiente.

- Por mi bien como un padre que está haciendo un gran esfuerzo, y por el bien de mis hijos, yo ruego para que mi amor por ellos sea tan incondicional como pueda. El futuro de mis hijos depende de este fundamento.

Desarmando nuestro arsenal verbal:

¿Cómo cambio mis respuestas abusivas a una comunicación instructiva?

- Reconocer que necesitas cambiar.

- Identificar claramente los patrones abusivos que estás empleando.

- Creer en tu hijo. Enfoca tus recursos en edificar su autoestima y la confianza en sí mismo. Ayuda a tu hijo a encontrar sus talentos, ayúdalo a descubrir su singularidad, sus dones y su potencial. Como resultado, podrás verlo responder de la manera que tú deseas.

Toda comunicación con nuestros hijos, incluyendo la orientación constructiva, debe ser educativa. La comunicación instructiva fomenta una cariñosa y verdadera relación entre padres e hijos. Las palabras instructivas edifican, apoyan, animan y expresan amor. El niño con padres que siempre les encuentran defectos, se convierte en prisionero de sus propios sentimientos negativos. Pero el que crece en una atmósfera de estímulo, tiene libertad para desarrollarse emocionalmente y está abierto para experimentar cada nuevo día.

H. Norman Wright