Paciencia

Ah! Si vendiesen paciencia en las farmacias y supermercados... Mucha gente iría a gastar buena parte del salario en esa mercadería tan rara hoy en día.

Por muy poco, la madame que parece una «lady», suelta berridos que recuerdan a las antiguas «trabajadoras del muelle», y el bien comportado ejecutivo, «el caballero», se transforma en una «bestia salvaje» en el tránsito que él mismo ayuda a complicar.

Los hijos confunden, los viejos incomodan, la voz de la vecina es un tormento, las maneras del jefe son demasiado para su cabeza, la esposa es una inoportuna, el marido una «valija sin manija», aquella vieja amiga una «manija sin maleta», el empleo una tortura, la escuela una chatura.

El otro día, vi a un joven reclamando que el banco estaba demorando para dar el saldo por Internet; yo me acordé de la cola de los bancos y moví la cabeza disconforme.

Vi una moza abriendo un mail con un texto maravilloso, que eliminó sin siquiera leer el título, diciendo que era demasiado largo...

Pobres de nosotros, hombres y mujeres sin paciencia, sin tiempo para la vida, sin tiempo para Dios, sin tiempo para el amor...

La paciencia está faltando en el mercado, y por efecto, la paciencia sintética de los calmantes está cada vez más en alta. Pregunte a alguien que usted sepa que es «ansioso de más», ¿dónde él quiere llegar? ¿Cuál es la finalidad de su vida? Sorpréndase con la falta de metas, con lo vago de su respuesta.

¿Y usted? ¿Dónde quiere llegar? ¿Está corriendo tanto, para qué? ¿Por quién? ¿Su corazón va a aguantar? Si usted muere hoy de infarto agudo de miocardio, ¿el mundo va a parar? ¿La empresa donde trabaja va a quebrar? ¿Las personas que usted ama van a desaparecer?

¿Será que consiguió leer hasta aquí? Respire... Cálmese... El mundo está apenas en su primera vuelta, y con certeza, en el final del día va a completar su giro alrededor del sol, con o sin su paciencia.

¡Piense en eso!