A Cristo en la cruz
Estoy aquí de hinojos, Señor,
que desde lo alto así me miras,
dejame ver tus ojos...
que vea no hay enojo,
ni en tu mirada un asomo de ira.
Cuando al pasar te miro,
y veo el vil madero
en el que se apoya tu cuerpo dolorido,
quiero que sean míos tu dolor
y la angustia que te ahoga.
Hoy quiero preguntarme
mirando las miserias de mi vida,
por qué quisiste amarme,
y no supiste, Dios, abandonarme,
cuántas veces cruel, hurgué en tu herida.
Ya sé que no merezco por tu bondad,
Señor, ser redimido,
mas en tus brazos crezco,
y hallo en ellos la luz de que adolezco
cuando en tu corazón hago mi nido.
Olvida mis pecados
y acoge al alma mía arrepentida,
sea tu corazón enamorado
quien ponga en la balanza, Dios amado,
solamente el amor que hay en mi vida.