Avanza
¡Llora! Si tu camino está cubierto de piedras puntiagudas y tus pies son fuertemente lastimados, ¡llora! Pero no dejes de caminar.
Cree que al final del camino hay un sendero luminoso, lleno de avisos solamente para ti, para conducirte hacia lo que hay de mejor para tu vida, hacia lo que puede detener tu llanto.
¡Grita! Si tempestades y vientos fuertes te azotan, buscando empujarte de vuelta al punto de partida, intentando llevarte hacia el desánimo o la locura, ¡grita! Pero no te dejes llevar.
Cree que hay un momento divinamente preestablecido para que los vientos se calmen, para que las tempestades cesen y, frente a tu resistencia, ese momento se anticipará y suaves brisas lograrán que esboces una sonrisa de victoria.
¡Rebélate! Si volcanes lanzan lava sobre todo lo que estás construyendo, sobre todo lo que ya erguiste con todo tu esfuerzo, rebélate. Pero no dejes de construir.
Cree que las llamas se apagarán, el volcán se aquietará y, finalmente, no tendrás solamente cenizas para recoger.
¡Blasfema! Si Dios parece estar sordo ante tu llamado y ciego para tus necesidades, ¡blasfema! Pero no pierdas tu fe en Él.
Cree que Él es ciego y sordo, sí, pero solamente para tus blasfemias. Él sabe que todavía no percibiste las lecciones contenidas en cada dificultad que vives.
Cree que cuando venzas y aprendas tales lecciones, allá estará Él cara a cara contigo y orgulloso del hijo valeroso que eres.
¡Llora! ¡Grita! ¡Rebélate! ¡Blasfema! Pero no te dejes caer en la tentación de creer que Dios no te socorrerá.
¡Avanza! Aunque sea entre llantos, gritos, rebeliones y blasfemias, ¡Avanza! Cree en que para Dios tú eres alumno, eres un hijo amado, eres un niño inocente. ¡Avanza!
«En el mundo tendréis tribulaciones, pero recordad: Yo vencí al mundo» -Jesús de Nazaret.
Silvia Schmidt