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Soy víctima de un manipulador


¿Cómo saber si soy partícipe de una relación (sentimental, laboral, familiar, etc.) de manipulación?

Cuando en la relación con alguien sientes miedo.
Cuando esa persona te señala permanentemente supuestas «faltas».
Cuando te hace hacer actos en contra de tu voluntad.
Cuando pretende que «pienses» en contra de tus convicciones y desvaloriza tus puntos de vista.
Cuando esa persona actúa contigo en la intimidad de un modo y de otro en público.
Cuando te aísla mediante acciones o palabras de las personas que te aman y te comprenderían, pretendiendo hacerlas pasar por tus peores enemigos.
Cuando te ves obligado a darle mayor importancia a sus problemas que a los tuyos.
Cuando en la relación tú siempre das y el otro siempre recibe.

La manipulación siempre es un ejercicio de violencia contra otra persona. A veces psicológica, a veces física, aunque esta división no es tan clara, una siempre contiene a la otra. La violencia física va desde golpes, hasta lanzamiento de cosas, portazos, puñetazos a objetos, gritos, insultos y hasta amenazas de ejercer violencia contra sí mismo como manipular armas amenazando con matarse, o manejar el automóvil descontroladamente en medio de una discusión.

La violencia física siempre incluye a la psicológica. El manipulador «defiende» sus derechos o satisface sus necesidades pisoteando las necesidades de los demás, y de modos en los que genera culpa, repulsión, vergüenza, angustia, depresión, y miedo.

El manipulador aparece por momentos como «aceptando» el derecho o pensamiento del otro que se contradice con el propio, para luego «saltar» con sus mecanismos ya conocidos para imponer el propio dejando al otro con los sentimientos antes descritos. Algo así como: ¿viste que cuando te dejo que decidas, nunca piensas en mí, o nunca piensas bien?, u otro tipo de pensamientos en donde siempre queda evidenciada la proyección de sus inseguridades. El manipulador siempre impone el reconocimiento de un derecho que es incapaz de reconocerle al otro.

El manipulador es en el fondo una persona muy insegura que «proyecta» sus propios temores e inseguridades en la otra persona, pero aparece como seductor, comprensivo, capaz, y muchas veces tiene un muy buen grado de desarrollo social y económico, apareciendo como «un ganador». Es también una persona que con el objetivo de cubrir su propia inseguridad, «capta» cuál es el deseo de la otra persona y se ofrece en un primer momento como quien es capaz de cumplir con ese deseo.

El manipulador en general «no termina de decir las cosas», siempre deja puntos suspensivos. Es el que en medio de una discusión puede decir: «tú deberías saber a qué me refiero». Y por lo general la respuesta de la víctima es: «Yo soy culpable porque no me conformo con nada, no le reconozco sus esfuerzos, no sé valorar lo que me da...» La víctima del manipulador termina dudando de sus percepciones, y comienza a creer que lo que dice el manipulador de ella misma, es cierto.

¿Quién es la víctima del manipulador?

Personas inseguras de sí mismas, tal vez tanto como el manipulador, que se valoran según «el qué dirán». Quienes no han ahondado en su propio deseo y transforman los mandatos sociales en sus propios objetivos de vida. Personas que por alguna circunstancia son vulnerables: transitando un duelo, por ejemplo. Quienes están momentáneamente inseguras en relación con algún aspecto de su vida: salud, economía, relaciones sociales, afectividad, vida sexual, etc. Mujeres, adolescentes, adultos mayores. O sea, que todos podemos ser víctimas en potencia de la manipulación.

El manipulador siempre nos regala la mentira de conseguir la realización de nuestra propia fantasía; en algo se ofrece o se ofreció como la posibilidad de llegar a un ideal de la víctima. Pero los costos que tiene hacer la fantasía realidad, no justifican la realidad que se impone; todo se desmorona, y nosotros también.

María Adela Mondelli