Una oración
Tuve que descender al infierno
para conocer las bondades de la tierra,
vestida de blanco inmaculado
parezco tan inocente
como si nunca hubiese
dañado a alguien.
Son mis pecados, la salvación,
mientras nadie diga lo contrario.
Bebo de tu santa paciencia,
con la esperanza
de que tu piedad
corrija a esta desperfecta alma.
Hombre enfrentado a hombre,
hermano contra hermano,
a punto de empezar la tregua,
y ya ha estallado otra guerra.
Divino tu pacífico espíritu, repártelo,
abastece con él al mundo.
Y yo aquí sentada sobre
mi piedra filosofal,
pienso que soy una gota de agua
en el inmenso océano,
y que mis deseos de caridad
se pierden en el azul horizonte.
Y puedo ver en el fondo del mar
las armas de los enemigos,
la sangre de los camaradas,
el cansancio de los dos bandos,
y sólo puedo pensar en
una oración por los vivos,
una oración por los muertos,
una oración para la paz,
una oración para la tregua,
una oración por la cordura,
una oración por la misericordia,
una oración para el perdón,
una oración por los hombres.
Que sea nuestro credo la paz,
nuestro lema el bien,
y el respeto, la meta.
Magdalena Sanchíz Mira