Carta a mi amigo
Hola, ¿cómo estás? Sólo te envío esta carta para decirte lo mucho que te amo y pienso en ti.
Ayer te vi mientras hablabas con tus amigos, y esperé todo el día deseoso de que también lo hicieras conmigo; al llegar el atardecer te ofrecí una puesta de sol para cerrar tu día, y una brisa suave para que descansaras y esperé... pero nunca llegaste. Sí, me dolió, pero todavía te amo. Te vi dormir, deseaba tocar tus sienes y derramé la luz de la luna sobre tu almohada, también sobre tu rostro, nuevamente esperé deseando llegar rápidamente para poder hablarte, tengo tantos regalos para ti...
Despertaste tarde, y rápido te fuiste al trabajo; mis lágrimas estaban en la lluvia que caía, hoy te ves muy triste, si tan sólo escucharas cuánto te amo...
Te amo y trato de decírtelo en el cielo azul y en la tranquilidad de la hierba verde, lo susurro en las hojas de los árboles y en los arroyos de las montañas, y lo expreso en los cantos de los pájaros, te cobijo en el tibio sol y perfumo el aire con olorosas fragancias naturales, mi amor es más profundo que los mares, y más grande que los deseos que en tu mente anidan.
Si tú supieras cuánto anhelo caminar y hablar contigo, podemos vivir juntos siempre, aquí en la tierra y en todo el universo si así lo quieres tú; yo sé que te han dicho que la vida es muy difícil, pero si sabes ser mi amigo, jamás tendrás dificultades, y además mi Padre, que es el tuyo, también te ama mucho y me ha pedido que te proteja.
Yo te amo como Él, y sólo espero que me pidas que te acompañe, te guíe y te aconseje; llámame, búscame, cuenta conmigo, tengo miles de maravillas que ofrecerte, deseo que veas la vida como es, un juego permanente y lleno de aventuras.
¿Podrías hablarme hoy?
Tu amigo, Jesús.