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Cómo afrontar nuestras cargas


No fuimos hechos para llevar el peso de nuestras cargas. ¿Has observado cómo enfrentan las personas sus cargas y sus sufrimientos en la vida?

Es posible que hayas notado que algunas enfrentan sus problemas con una actitud positiva, mientras que otras son destrozadas por sus dificultades. Puesto que nadie está enteramente libre de sufrimientos, es importante comprender cómo quiere Dios que las soportemos.

Los problemas que enfrentamos tienen tres fuentes diferentes. A veces son situaciones provocadas por nosotros mismos, otras veces son provocadas por las fuerzas del mal, pero otras pruebas vienen directamente de la mano de Dios.

Nuestros problemas difieren notablemente: una madre sin un esposo puede creer que su tarea en esta vida es criar a sus hijos en un mundo impío que trata de destruirlos; una agria desavenencia en el trabajo puede acabar a una persona; o un problema no resuelto del pasado puede dar como resultado profundas cicatrices de culpa que se convierten en una carga para la persona.

No importa cuál sea el tipo de problema o su origen, la pregunta es: ¿Cómo podemos afrontar las cargas que se nos presentan en la vida?

Los que conocemos la Palabra de Dios, sabemos que Él no nos prometió eliminar nuestras dificultades, pero sí ocuparse de ellas de manera que no tengamos que soportar su peso. Situaciones dolorosas, como una enfermedad terminal, el cuidado de un familiar inválido, o la muerte de un ser amado son permanentes, en lo que respecta a esta vida. Todos consideramos angustiosa la idea de una prueba permanente, pero nosotros debemos saber que no debemos manejar estos asuntos con nuestras propias fuerzas. Dios desea llevar nuestra carga por nosotros.

Todos nosotros preferiríamos evitar las circunstancias dolorosas, pero el Señor sabe de nuestras dificultades y sufrimientos; las cosas que no podemos manejar por nosotros mismos forman el terreno fértil para nuestro crecimiento personal y espiritual.

Muchas veces, las dificultades que Dios ha enviado o permitido en mi vida han sido tan desagradables que le pedí que me las quitara. Sin embargo, cuando reflexioné después y me di cuenta de que mi sufrimiento me había enseñado a conocer más al Señor, oré diciendo: - Gracias, Señor, por saber más que yo. Gracias por no haberme hecho fáciles las cosas.

Todos preferimos una vida tranquila y libre de problemas, pero El Señor quiere que sepamos que, no importa cuál sea nuestra carga, si venimos a Él, Él aliviará el peso de nuestra carga. Algunas personas insisten en que pueden manejar la situación, cualquiera que ésta sea. Pero hay cargas en la vida que ninguna persona puede soportar bien con sus propias fuerzas. ¿Por qué crees tú que abundan tanto las drogas y los bares están llenos? No hay nada de feliz en la llamada 'hora feliz', que atrae a las personas que tratan de huir de las cargas que no pueden evitar. La respuesta frecuente del mundo es buscar ayuda por medio de sustancias, de drogas, de alcohol, de una nueva relación, o quizás de una acción o una declaración deshonesta; pero ninguna de estas cosas funcionan.

Sin embargo, nosotros no podemos simplemente echar nuestra carga sobre el Señor y desentendernos después del asunto, ya libres de la carga, porque no es así como Dios actúa. Nosotros tenemos también que someternos a Él. Después de todo, ¿qué son las cargas? No son sólo problemas que pueden ser eliminados quirúrgicamente de nuestra vida; por el contrario, son la manera como pensamos y los sentimientos que nos abruman.

Sin embargo, sería una terrible contradicción creer que podemos descargar nuestro agobio y nuestros problemas en Dios, para después seguir viviendo de la manera que queramos. La razón por la que seguimos viviendo bajo el peso de las cargas, es porque insistimos en hacer nuestra propia voluntad. Para poder ser liberado del peso de nuestras cargas, tenemos que tomar la decisión específica de poner fin a una conducta que nos gustaría poder conservar.

Aunque Dios no dice que nos quitará la carga, sí que dará descanso a nuestras almas. Arrastrar un problema es como subir una montaña con una mochila de cien libras a la espalda: en poco tiempo nos fatigaremos y nos desanimaremos, y podremos fácilmente comenzar a desesperarnos. Pero nuestro amoroso Padre Celestial nos ofrece alivio para que ya no estemos trabajados y cargados.

Si tú confías en Dios y comienzas a reclamar su generosísima oferta, te colocas en una posición para recibir sus bendiciones prometidas. Confiarle a Dios nuestra carga no significa que nunca más nos ocuparemos de la situación. Más bien, quiere decir que comenzaremos a pensar en ella bajo una nueva luz: la luz de las promesas de Dios, quien ha prometido no dejar que los justos sean abatidos; la luz de su poder, que nos permite enfrentar el problema y seguir adelante.

Confiar en Dios alivia nuestra carga. ¿Estás llevando hoy una carga que te oprime? Jesucristo te está ofreciendo la salida. Permite que Dios tome el peso de tu carga. A cambio, Él te dará el poder para enfrentar todos los problemas de la vida.

Charles Stanley