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Cómo ganarle a la soledad


Además de la soledad que se siente al enviudar, divorciarse, etc. (es decir, la originada en una pérdida de la compañía que es la pareja), hay también muchas personas que se sienten solas incluso estando acompañadas, o sea, aún cuando tienen la posibilidad de compartir con otros, por ejemplo, en familia.

La soledad, pues, es un problema que a menudo no está relacionado con el aislamiento físico. También hay quienes viven solos, y no se sienten solos: ellos no tienen problemas de comunicación.

Toda la vida social, y también la afectiva, se fundamenta sobre una condición necesaria: contactarse con otros. Cuando no hay contacto, de a poco aparecen sentimientos que pueden llegar a ser muy dolorosos, y que amenazan con convertirse en verdaderos traumas.

De una o de otra manera, cada persona necesita abrirse, sentirse junto a alguien, tener el sentimiento de dar y de recibir amor. En una palabra: practicar su condición de persona. Es así porque el ser humano es un ser social. Pero a veces, las circunstancias de la vida llevan a situaciones que conducen a la incomunicación, sin justificación aparente, y de pronto la persona se ve rodeada de sus semejantes sin que se produzca intercambio alguno.

El que está inseguro de sí mismo va por la vida tambaleándose, y su equilibrio psíquico suele depender del grado de aceptación que tenga entre los demás. A estas personas se les hace difícil comunicarse, y a menudo toman decisiones equivocadas que terminan por sumirlas aún más en el aislamiento.

El no saber valorarse a sí mismo incita a renunciar a los propios deseos con el fin de complacer a otros, o también a involucrarse en situaciones de pareja que poco tienen que ver con el amor y mucho con la inseguridad, con el buscar apoyo.

Todo esto, a la larga, conduce a circunstancias que pueden llegar a ser muy destructivas, y en casos graves, a convertirse en profundas depresiones.

El saber valorarse es fundamental para tener una psique sana, y para ello es necesario poseer una escala de valores propios y principios de vida con los cuales exista una plena identificación.

Cuando se vive según normas de vida y criterios ajenos, a falta de los propios, es casi inevitable sufrir la sensación de que se va por la vida afirmado en un solo pie, lo que termina por enajenar.

Hay un proceso de «despersonalización», es decir: la persona termina por no tener nada, ni siquiera a sí misma, lo que significa la peor de las soledades. Muchas personas viven esta situación con respecto a sus parejas.

Por eso, el mejor remedio para la soledad está dentro de uno. Ser flexible es fundamental para no tener crisis de soledad. Las personas mentalmente rígidas, intolerantes y prejuiciosas son incapaces de adaptarse a nuevas circunstancias, lo que conduce inevitablemente al aislamiento.

Una persona que se siente sola puede encontrar un gran alivio encontrándose con otras personas que están en la misma situación. No hay que dejar pasar la oportunidad.

Lic. Rocco María Gabriela