Cuarenta días otra vez
Cuarenta días... Otra vez... Me pregunto: ¿Qué haré este año?... ¿Dejaré de fumar?... ¿Dejaré de tomar cerveza, o refrescos?... ¿Dejaré de comer dulces, o golosinas?... ¿Dejaré de ver la tele?...
Pero... ¿Y las fiestas... aquella boda... o aquella fiesta para celebrar los quince años de mi sobrina que ya está programada? No me conviene... ¿entonces?... ¿Dejaré de...? No... No... Nada de esto es buena idea... Definitivamente que no... Ya sé... Tomaré el café sin azúcar... la leche sin chocolate... no comeré tortillas de harina... no veré películas entre semana...
Cuarenta días... otra vez... Y es que ésta es verdaderamente la misma vieja historia que se repite, año con año: tratar de resignarme y vivir este tiempo de cuaresma con la «ley del menor esfuerzo», y como siempre, dará resultado por unos cuantos días... y es que estoy perdiendo de vista el objetivo...
Pero yo mismo me río... ¿qué objetivo? Señor, ¿no te das cuenta de que estoy perdido...?
Cuaresma... Cuarenta días... Otra vez... Oración... Ayuno... Penitencia... Conversión... Limosna... Comulgar... Ser mejor... Cambiar... ¿Ayudar a los demás?... ¿Indulgencias? ¿De qué se trata todo esto?
Jesús, realmente no entiendo... no creo, ni lo acepto... ¿Por qué es tan difícil...? ¿Por qué batallo tanto?...
(Es Jesús mismo quien te responde).
Yo soy el camino, la verdad y la vida... Todo lo que pido de ti es que me sigas... Que vengas conmigo adonde yo vaya en este camino de la cruz... Cuarenta días... Sí... Otra vez... Porque te necesito a ti... No necesito tus cigarros, ni tus bebidas, ni tus refrescos... ni el azúcar, ni el café, ni el chocolate... Sí, claro todo esto te ayuda a vivir el espíritu de sacrificio, pero lo que yo necesito eres «TÚ»... Necesito tus pies... Necesito tus manos... Necesito tus ojos... Necesito tu libertad... tu memoria... tu voluntad... Necesito tu comprensión... Necesito tu mente, tu corazón y tu alma...
Cuarenta días... Otra vez... Déjame sanarte interiormente... Déjame darte mi Amor... Déjame mostrarte mi perdón y mi misericordia... Esto es lo que te pido: déjame entrar a tu corazón... Acércate a mí en el silencio de tu alma y en la quietud de tu conciencia... Ahí estoy yo... sediento de ti... esperándote con los brazos abiertos... Y luego me acompañarás en mi diario recorrido sembrando amor, alegría y paz por donde quiera que pase.
Cuarenta días... Otra vez... Sé que no es fácil, pero ciertamente es posible... El camino es largo, y a ratos puede parecer aburrido y sin sentido... te vas a cansar muy pronto, te vas a desanimar... puede ser doloroso y difícil... pero acuérdate que estoy contigo... siempre contigo... para convertir tu cansancio en ánimo... tu tristeza en alegría... tu pecado en gracia... tu soledad en compañía...
No fue nada fácil para mí hacerlo hace ya unos dos mil años... Estaba solo, hambriento, cansado... Tuve tentaciones... pero tenía la seguridad de que mi Padre no me abandonaría... Escuché dentro de mi corazón: «Confía en Mí»...
No dejes que estos cuarenta días sean nada más un cambio cuaresmal, «otra vez»... Arriésgate a caminar conmigo... Sé valiente y acepta el reto... Haz de este camino de la cruz algo muy especial...
Tú y Yo... Un camino desde dentro del corazón... Cuarenta días... Sí... Otra vez... ¡Pero distintos...! «Confía en Mí»... Caminaremos juntos... Sufriremos juntos... Moriremos juntos al pecado en la cruz... Para resucitar y vivir juntos mi gracia en la luz de la Pascua de este año.
«Tengo hambre y sed de ti.»