Agonía del niño pobre
Madre, ¿es que voy a morir...?
Tú no trabajas, y se ha puesto mi padre el traje nuevo. Oigo pasos callados por la casa. Todo está limpio y fresco, parecemos de fiesta.
Mis ojos se nublaron, y ya podrán llorar sin que los vea. Es como si mi cuerpo me hubiera abandonado, y saliera mi voz desde las piedras.
¡Quiero tornar a ti de nuevo, madre...!
Cuando me beses, me esconderé en tus labios, y en la hora final, cuando me abraces, me tenderé a lo largo de tus brazos, padre...
Mañana, cuando te dobles sobre el lavado, palpitaré en tus manos, y cuando sueltes tu dolor cantando, yo estaré en la tristeza de tu canto.
Y cuando tú retornes angustiado a retomar sin fuerzas tu trabajo, iré contigo. Yo secaré el sudor de tu fatiga y apagaré la fiebre de tus labios.
Ahora tengo sueño, y qué consuelo, saberte que no lavas, y que tú, llevas puesto el traje nuevo...
Matilde Alba Swann