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El camino de la felicidad


Un hombre le preguntó a unos niños:

- ¿Ustedes son pobres o ricos?

Ellos contestaron:

- No somos ni pobres ni ricos; somos simplemente felices.

El sabio Sri Sathya Sa Baba escribió la siguiente reflexión, refiriéndose a la felicidad en los tiempos modernos:

«Tenemos edificios más altos, pero templos más pequeños. Autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más dinero, pero tenemos cada vez menos. Compramos más, pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas. Más educación, pero menos sentido. Más conocimientos, pero menos juicio. Más expertos, pero más problemas. Más medicina, pero menos bienestar. Tomamos mucho, fumamos mucho, gastamos sin medida, pero reímos poco. Manejamos muy rápido, y nos enfurecemos demasiado pronto.

Nos acostamos más tarde y nos levantamos más cansados. Casi no leemos, vemos demasiada televisión y casi nunca oramos. Hemos multiplicado nuestras profesiones, pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos muy poco y mentimos casi todo el tiempo. Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutarla.

Le hemos sumado años a la vida y no vida a los años. Hemos ido y vuelto a la luna, pero no podemos cruzar la calle para conocer un vecino. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior. Hemos limpiado el aire, pero no el alma. Hemos dividido el átomo, pero no a nuestros prejuicios. Escribimos mucho, pero aprendemos poco. Planeamos todo, pero no conseguimos nada.

Hemos aprendido a hacer las cosas más rápido, pero no a tener más paciencia. Tenemos más normas, pero menos paz. Construimos más computadoras para guardar más información, para producir más copias que nunca, pero nos comunicamos menos. Cada vez tenemos más cantidad y menos calidad. Más tiempo libre y menos diversión. Más tipos de comida, pero menos nutritiva. Ahora tenemos ingresos conjuntos y más divorcios. Casas más bellas, pero hogares rotos.

Esta es la época de las comidas rápidas y de la digestión lenta. Hombres altos y de bajo carácter. Profundas ganancias y relaciones superficiales. Esta es la época de paz mundial y la guerra doméstica. Esta es la época de los viajes rápidos, pañales desechables, moralidad en decadencia, pasiones de una noche, cuerpos con sobrepeso, pastillas que hacen de todo, desde alegrarte hasta calmarte y matarte.

Esta es la época donde tenemos todo en exhibición y nada en inventario.»

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo, y después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando salgan de esa etapa. Después, nos frustramos porque son adolescentes, ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará más completa cuando a nuestro esposo le vaya mejor, cuando tengamos un carro, o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Esta perspectiva nos ayuda a ver que no hay un camino a la felicidad, la felicidad es el camino. Así que atesora cada momento que tienes. Y atesora más cuando lo compartes con alguien especial. Lo suficientemente especial para compartir tu tiempo, recuerda que el tiempo no espera a nadie. Así que deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que bajes las diez libras. Hasta que tengas hijos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes en la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz.

La felicidad es un trayecto, no un destino.