El osito de papá nana
Una vez fui el osito de tu papá, ¿sabes?, nuestras edades eran las mismas. Dormía con él desde su primer día, le cuidaba y le vi crecer. Solía arrullarlo, tocándole canciones de cuna. (Dentro de mí tenía un corazón musical). Pero tras años de tocar, se murió.
Cuando comenzó a caminar, él me llevaba por todos lados. Algunas veces me arrastró por el piso; creo que fue en ese momento que se me cayeron los ojos. Aun así amé a aquel pequeñín. Cuando tocaba mis labios con su taza, y derramaba leche por todo mi pecho, entonces su mamá tenía que limpiarme.
Al pasar los años, el bebé creció y dejé de ser su juguete favorito. Los camioncitos y trencitos fueron lo suyo. Lo sé, un niño tiene que ser niño. Pero por varios años, cuando él se iba a la cama por las noches, su mamá me colocaba entre sus brazos y me abrazaba muy fuerte. Luego nos metía en su cama, nos besaba a ambos y apagaba la luz. Entonces yo suspiraba feliz y cuidaba a ese niñito toda la noche.
Mi piel comenzó a desgastarse y pronto supe que vendría el día cuando me haría a un lado para siempre. Nadie me sacaría más a jugar. Mi espalda comenzó a abrirse, así que su mamá sacó la parte musical y me cosió de nuevo, bien cosidito. Pero me quedé sin mi corazón.
Ella me encontró, una vez, hace mucho tiempo, años después de que se fuera el muchacho, y rellenó el agujero en donde había estado mi corazón. Pero seguí sin poder tocar una canción, así que me colocó en su cuarto vacío. Estuve tan triste y solitario. Allí me quedé hasta el día en que una bebita nació.
¡El niño que antes jugó conmigo ahora es un orgulloso padre de verdad! Ahora su mamá me está reparando para enviarme a ese bebé. ¡Tú! Creo que siento un corazón latir ahora, ¡bien adentro de mí! ¡Voy a sentir unos bracitos abrazar este viejo y remendado cuerpo! Su mamá está triste, lo sé, porque vi lágrimas descender, una a una. Ella me besó suavemente en la mejilla y susurró: Esto es para mi hijo.
Espero que tu papá recuerde el aspecto que tenía cuando era nuevo. ¿Sabes?, me amó muchísimo. Sólo espero que tú me ames también. ¡Estoy en camino a casa ahora! ¡Aquí voy! Ha pasado tanto tiempo, pero he sido fiel. No quiero esperar más para ver tu sonrisa. La misma sonrisa que tu papá solía darme.
Carol Bouche Ottlinger