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El regalo de Navidad


Luisito estaba muy contento, era el día de Navidad y Papá Noel había venido de visita.

Con sus siete años, esperaba ansiosamente ver qué le había dejado. Pero, al levantarse, observó que no había ningún regalo en toda la casa. Su madre era soltera, y con los ojos llenos de lágrimas y un nudo en la garganta, observaba a su hijo, y esperaba tener el coraje para explicarle que su sueño no existía.

- ¡Luís, hijo, ven! A ver, ¿qué te ocurre?

- Papá Noel se ha olvidado de mí...

Luís abrazó a su madre y los dos se pusieron a llorar. Entonces el niño le dijo:

- ¿También se ha olvidado de ti?

- No, hijo. El mejor regalo que yo podría tener está ahora mismo en mis brazos: eres tú. Tranquilo, yo sé que Papá Noel no se ha olvidado de nosotros.

- Pero, todos mis vecinos están jugando con sus regalos nuevos. ¡Y yo no!

- Luís, tu regalo te está abrazando ahora, ¡y va a llevarte a dar uno de los mejores paseos de tu vida!

Y fueron a la playa. Luís jugó con su madre durante todo el día: rieron, saltaron, hicieron dibujos en la arena, cantaron, se mojaron los pies en el agua, pasearon por la orilla y volvieron a casa al anochecer. El pequeño llegó muy cansado, pero fue a su cuarto y escribió esta carta:

«Querido Papá Noel:

Sé que es demasiado tarde para pedirte algo, pero quiero agradecerte tu regalo de hoy.

Deseo que todas las Navidades hagas que mi mamá olvide sus problemas, deje de estar regañona y pueda jugar conmigo. Así podremos pasar una tarde tan divertida como la de hoy... ¡Sin juguetes! Gracias porque mamá no ha llorado, y he descubierto que no es con juguetes con lo que somos felices, y sí con el cariño de quienes nos quieren.

Firmado: Tu amigo Luis»

Su madre fue a darle las buenas noches y vio la carta. A partir de ese día, cuando sus problemas empezaban a encogerle el alma, recordaba con cariño lo que el espíritu de la Navidad fue para ellos.


Si un niño de siete años consiguió percibir que los mejores regalos no son materiales, ¿por qué nosotros no hacemos lo mismo?

Intentemos que cada día sea una fiesta: valoremos la amistad, el cariño y todo lo positivo que existe en nuestras vidas. Porque, al final, las únicas cosas que podremos llevarnos de esta vida son los buenos recuerdos que quedan guardados en nuestro corazón.