Pequeñas lecciones de erotismo
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela,
es dar la vuelta al mundo.
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos,
islas, golfos, penínsulas, diques de aguas embravecidas.
No es tarea fácil, -sí placentera-.
No quieras hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas;
hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado;
encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube, huracán
o aullido profundo te pongan estremecimientos
en el cuenco de la mano, que no sospechaste.
Repasa muchas veces una extensión.
Encuentra el lago de los nenúfares,
acaricia con tu ancla el centro del lirio,
sumérgete, ahógate, distiéndete...
No te niegues el olor, la sal, el azúcar,
los vientos profundos,
cúmulos, nimbos de los pulmones,
niebla en el cerebro,
temblor de las piernas,
maremoto adormecido de los besos.
Instálate en el humus
sin miedo al desgaste, sin prisa.
No quieras alcanzar la cima,
retrasa la puerta del paraíso.
Acuna tu ángel caído,
revuélvele la espesa cabellera
con la Espada de Fuego usurpada.
Muerde la manzana.
Huele.
Intercambia miradas, saliva, imprégnate,
da vueltas, imprime sollozos, piel que se escurre.
Pie... Hallazgo al final de la pierna.
Persíguelo.
Busca el secreto del paso,
forma del talón,
arco del andar,
bahías formando arqueado caminar...
Gústalos.
Escucha, caracola del oído,
cómo gime la humedad,
lóbulo que se acerca al labio,
sonido de la respiración.
Poros que se alzan formando diminutas montañas.
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto.
Suave puente, nuca desciende al mar del pecho.
Marea del corazón, susúrrale.
Encuentra la gruta del agua.
Traspasa la tierra del fuego, la buena esperanza,
navega loco en la juntura de los océanos.
Cruza las algas, ármate de corales, ulula, gime.
Emerge con la rama de olivo, llora socavando ternuras ocultas.
Desnuda miradas de asombro,
despeña el sextante desde lo alto de la pestaña,
arquea las cejas, abre ventanas de la nariz.
Aspira, suspira...
Muérete un poco.
Dulce, lentamente, muérete.
Agoniza contra la pupila, extiende el goce,
dobla el mástil, hincha las velas,
navega, dobla hacia Venus,
estrella de la mañana,
-el mar como un vasto cristal azogado-.
Duérmete, náufrago.
Gioconda Belli