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Guía de la buena esposa


Este texto está sacado del manual que se entregaba en España a las mujeres que hacían el Servicio Social en la Sección Femenina (era obligatorio, salvo que te casaras o no necesitaras algún documento como pasaporte, etc. pero entonces tenías que prometer que lo harías en un plazo).

La Sección Femenina era algo así como un servicio militar en el que muchas tenían que hacer un trabajo de costura que solía durar tres meses. En mi época ya las compañeras por querer sacarse el pasaporte para ir a los conciertos de los Rollings, Pink Floyd y toda la gente que se negaba a actuar en España por la dictadura franquista, prometían hacer el Servicio Social, o sea, que había que hacerlo, pero ya en ese tiempo muchas compraban la «canastilla» (que no sé qué es, la verdad), en una tienda, la entregaban, y les daban el papel conforme estaba hecho el servicio.

Este texto es de 1.960, no me extraña que aún haya gente que se guíe por estos principios.


Guía de la buena esposa

Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero.

Prepárate: retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.

Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a él. Después de todo, preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa.

Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos.

Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta en cambio comprender su mundo de tensión y estrés, y sus necesidades reales. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres. En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así; no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar.