Amor en verso
Él:
¡Qué feliz soy, amor mío!
Pronto estaremos casados,
el desayuno en la cama,
un buen jugo y pan tostado,
con huevos bien revueltitos,
todo listo bien temprano.
Saldré yo hacia la oficina,
y tú rápido al mercado,
pues en sólo media hora
debes llegar al trabajo.
Y seguro dejarás
todo ya bien arreglado,
pues bien sabes que en la noche,
me gusta cenar temprano.
Eso sí, nunca te olvides
que yo vuelvo muy cansado.
Por la noche, teleseries,
cinemateca barato,
no iremos nunca de shopping,
ni de restaurantes caros,
ni de gastar los dineros,
ni despilfarrar los cuartos.
Tú guisarás para mí
sólo comida casera.
Yo no soy como a la gente
que le gusta comer fuera...
¿No te parece, querida,
que serán días gloriosos?
Y no olvides que, muy pronto,
yo seré tu amante esposo.
Ella:
¡Qué sincero eres, mi amor!
¡Qué oportunas tus palabras!
Tú esperas tanto de mí,
que me siento intimidada.
No sé hacer huevos revueltos
como tu mamá adorada,
se me quema el pan tostado,
de cocina no sé nada...
A mí me gusta dormir
casi toda la mañana,
ir de shopping, hacer compras,
con la Mastercard dorada,
tomar té o el cafecito
en alguna linda plaza,
comprar todo de diseño,
y la ropita muy cara,
conciertos de Luismi y Juanga,
cenas en La Guacamaya,
viajes a Punta Cana,
a pasar la temporada.
Piénsalo bien, aún hay tiempo,
la iglesia no está pagada,
yo devuelvo mi vestido,
y tú, tu traje de gala,
y el domingo, en el diario,
con letra bien destacada:
«Hombre joven y buen mozo
busca una esclava muy lerda,
porque su ex futura esposa,
ayer lo mandó a la mierda.»