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Com puteando


Compu que me hiciste mal,
y sin embargo te quiero;
porque sos el archivero
de mi berretín fatal.
Cuando cumpliendo el ritual
me aproximo al monitor
-disimulando el temor
que medio me paraliza-
con mi alma casi sumisa
me encomiendo al hacedor.
Astuta, cruel, despiadada,
en tu configuración
anida el gran culebrón
o la serpiente enroscada.
Artera, vil y taimada;
apenas algún indicio
en tu página de inicio
me hace vislumbrar un sueño,
algún icono pequeño
me revela el estropicio.
Vos estás en el jet set
-y eso te ha vuelto perversa-,
en cambio yo, soy un mersa
que no navega Internet.
Si te pongo algún disquete,
tu luminosa pantalla,
la que, entre nos, es la valla
que me tiene «a mal llevar»,
me dice que no ha lugar
y que hay algo que me falla.
Entre tus campos magnéticos
yo cultivo la ignorancia,
mientras vos con arrogancia,
frustrás sueños cibernéticos.
Con tus avances frenéticos
te has hecho mucho cartel:
gente de un alto nivel
mece su sueño a tu arrullo;
a tu lao cualquier piguyo
se siente Carlos Gardel.
Si recurro a tus archivos
rastreando algún viejo verso,
me empiojan todo el esfuerzo
tus cuadros explicativos.
Me suelo poner muy chivo,
si la búsqueda fracasa.
¿A quién me quejo?, ¿a la NASA,
o a IBM, que te creó?
La pucha que te tiró....
cuánto mambo... ¿qué te pasa?
Si intento escribir en Word,
me hablás de configurar
la vista preliminar
a través del monitor.
Por ¡ay! el ser payador,
me marca perfil muy bajo;
¿es acaso mi legajo
nada digno de tu estirpe?
Pues, permitime decirte
que te vayas al carajo.
Cuando selecciono todo
y te señalo el copiar,
ya si lo quiero pegar,
te falla algún electrodo.
Renegando codo a codo
sos para mí un gran dilema,
pero dentro de tu esquema
descubrí un endeble flanco:
oí decir en un banco
que se te cae el sistema.
Sos rebelde, casquivana,
me complicás el trabajo,
no sé para qué carajo
sirve tu nueva ventana.
Otra cosa que me gana
es el embrollo infernal
de la letra, y no es casual
que no acierte ni por broma.
Si yo te ordeno «tahoma»
vos escribís en «arial».
Párrafo y numeración
me suelen poner mufado,
y los bordes y sombreado
son una conjuración.
Si me meto en edición,
con lo de borrar, buscar,
seleccionar, reemplazar,
la cosa es mucho más dura.
De repetir escritura
es preferible ni hablar.
Vos sos la loba feroz
y yo el manso corderito,
y en tu complejo infinito
no logro captar tu argot.
Gran hija de «Microsoft»,
me hacés delirar de bronca,
pero en el bulín, quien ronca,
soy yo, y entendelo bien:
que vuelvo a la Sylvapen
y te arrumbo en algún jonca.
Tu irreverencia me ultraja,
pero guarda con la proa,
que si me hundís la canoa
te labrarás tu mortaja.
Ajustáte bien la faja,
porque el tratamiento cruel
que llevás a flor de piel
bien puede hacer que me mufe,
que agarre, te desenchufe,
y andá... cantale a Gardel.