Logo

Visitantes

Total: 1.410.927

Ahora: 1

Hoy: 102

Ayer: 96


2713 canciones, 2985 imágenes gráficas, 1645 midis y 1648 mensajes variados, 2427 fondos para Incredimail y Outlook...

Por el tema de los audios, recomiendo encarecidamente utilizar por orden de preferencia los siguientes navegadores: Firefox, Chrome, Microsoft Edge.

Para descargar el fichero "Ay_Jalisco_no_te_rajes-Jorge_Negrete" en tu PC, usa las propiedades del reproductor de audio situado a la izquierda.

Nadie es fiel


No existe nadie fiel, pero también es verdad que nadie va a salir de gafo a decir que sí lo es. Todos los hombres son infieles a excepción de mi persona y creo que la de Laureano Márquez. Mujeres fieles hay, y yo las he visto.

Se reconocen por la cara de amargada. Cuando usted vea una mujer seria con rostro de obstinación, es decir, ostináa, es fiel.

Mujer que se ríe y es feliz, es sospechosa, ¡No lo olvide!

Ser celoso o celosa es la cuestión más inútil que existe en una relación de pareja, porque al final, todo el mundo, y como debe ser, hace lo que le da la gana.

Así que si usted, amiga y amigo celoso, quiere descubrir si la persona amada puso su cariño en otro o en otra, no olvide que lo más seguro es que siempre esté pasando algo.

Para empezar, primero no crea nada, todo lo relacionado con el amor es dudoso, y segundo, no deje de estar atento a los indicios más comunes.

He aquí la lista de cosas de las cuales hay que estar muy pendiente:

1) Cuando una mujer dice: «Tenemos que hablar». ¡Ayyy, papá!... ¡Prepárese, tiemble! Lo que le viene no es nada bueno. Hasta que llegue la hora de la conversación pasará todo el día nervioso pensando que se le descubrió el paquete.

2) Cuando una mujer dice: «Es que... es que... ¡estoy confundida!». Es que segurito ya tiene otro y a usted le van a cortar las patas.

3) Cuando un hombre dice: «Mi amor, vamos a darnos un tiempo para pensar mejor las cosas». ¡Olvídese! Ése no va a pensar nada. Ése va a salir corriendo a verse justamente con la persona que ya usted pensó.

4) Cuando un hombre dice: «No sé, ya no es lo mismo». ¡Claro que no es lo mismo! Cómo va a ser lo mismo si tiene a otra más buena y menos complicada que «lo mismo».

5) Cuando una mujer dice: «Me gustaría tener más tiempo para mí». ¡No se deje engañar! «Para mí» es un atlético y hermoso muchacho de 25 años que está bien bueno.

6) Cuando un hombre, inesperadamente, se pone regalón. ¡Cuaimatícese! (enójese). Porque ese hombre lo que siente es remordimiento por tanto cacho (cuerno) que monta y no halla qué hacer.

7) Cuando una mujer se deshace repentinamente de toda su ropa interior y se compra todo nuevo... Segurito que ya tiene un hombre que sí se da cuenta de lo bonita que le queda su ropita interior.

8) Cuando un hombre gordito y calvito de toda la vida, un buen día, sin ton ni son, se pone a dieta. ¡Mosca, señora! Porque «sin ton ni son» debe estar buenísima.

9) Cuando su mujer dice: «Mi amor, tú sabes que yo tengo una amiga que está casada y resuuuulta que ella quiere a su esposo y todo eso, peeeeero le gusta un tipo que trabaja con ella, entonces...». ¡Olvídese!, No la escuche más. Eso es embuste, es ella la de la vaina.

10) Cuando un hombre llega a su casa con un frasco de perfume que no es la marca tradicional que usa. ¡Esté muy pendiente!, a alguien le interesa sentir ese olor específico.

11) Cuando una mujer le dice al marido que «un grupo de amigas la invitaron a Margarita». Ese es un viaje de amor clásico y el cuento es de adolescentes para engañar a la mamá. Es vergonzoso que se deje timar con eso, además, eso está tan usado que ya pasó de moda.

Por supuesto que existen muchísimas otras cosas que pasamos por alto, pero si los celosos quieren un consejo, recuerden que hagan lo que hagan, vigilen lo que vigilen, celen lo que celen, repriman lo que repriman y controlen lo que controlen, más grande y sabroso es el cuerno que le están poniendo.

No olvide que la regla de oro del cacho es siempre negarlo y si es posible, hablar malísimo del tema. Ya que los cachos, al igual que la muerte, son obviamente cosas que no nos competen. Eso le ocurre a los demás, pero si usted algún día se da cuenta que le está pasando, ya está advertido y no termine como muchos diciendo: «¡Ayyy, caramba! ¡No puede ser!»

Claudio Nazoa