La cortesía
La vida, por breve que sea, nos deja siempre tiempo para la cortesía. Huye de las gentes que te dicen: «Yo no tengo tiempo para gastarlo en etiquetas», pues su trato te rebajaría. Estas gentes están más cerca de la animalidad que las otras. ¡Qué digo! La animalidad se ofendería.
El perro jamás te dejará entrar sin hacerte fiestas con la cola. El gato mimoso y elástico, en cuanto te vea, irá a frotarse contra ti. El pájaro parecerá escuchar con gracioso movimiento de cabeza lo que dices, y si percibe en el metal de tu voz la cariñosa inflexión que él conoce, romperá a cantar.
La cortesía es el más exquisito perfume de la vida y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar; hasta a aquéllos que nada poseen en el mundo.
El señor de las cortesías les concede el gracioso privilegio de otorgarla. ¿En qué abismo de pobreza, de desnudez, no puede caber la amable divinidad de una sonrisa, de una palabra suave, de un apretón de manos?
Amado Nervo