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Joven, sabes qué es la madurez


- «Quiero demostrarle a mis padres y a mis amigos que ya no soy un niño (o una niña)»...
- «Quiero poder salir con mis amigos sin que me estén preguntando a dónde voy o a qué hora regreso»...
- «Quiero manejar mi propio dinero y gastar en lo que quiero sin que me estén controlando»...
- «Quiero tener novia (o novio) y tener sexo si es lo que me provoca»...
- «Quiero tener un carro como el que le regalaron a mi amigo»...
- «Quiero fumar, o beber cerveza, o ir a las discotecas, como lo hacen otros jóvenes»...

Estoy seguro que estas y otras ideas han pasado por la mente de muchos de ustedes, jóvenes. Lo sé, porque yo también fui un adolescente y tuve inquietudes similares.

El fondo del asunto es que llega un momento en la vida en que nos damos cuenta de que estamos creciendo, que ya no somos niños, y queremos comenzar a vivir como adultos. De alguna manera sentimos que ahora «tenemos derecho» a disfrutar de los «privilegios» de la vida adulta que hasta ahora no se nos han «permitido». Algunos jóvenes sienten que la vida es «injusta» con ellos, y se rebelan contra todo lo que signifique autoridad: los padres, los maestros, la iglesia, y en el peor de los casos, las autoridades civiles.


Privilegios versus responsabilidades

La verdad es que la vida adulta sí tiene sus privilegios. El poder ser independiente en la toma de decisiones, disponer de nuestro propio dinero y de nuestro tiempo, ciertamente, son privilegios que la vida tiene reservados para los adultos, y el poder disfrutarlos hacen que la vida sea maravillosa. Pero hay un principio básico que debes entender para que comprendas lo que verdaderamente significan. Ese principio es el siguiente: Cada privilegio implica una responsabilidad. Si lo analizas más profundamente, te darás cuenta de la gran verdad que hay en esta afirmación.


La verdadera señal de madurez:

Soy de los que creen que cada etapa de la vida hay que disfrutarla al máximo, y la adolescencia ciertamente tiene su placer. La Biblia dice, «Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos...» ¿Qué estoy tratando de decir? Simplemente, que la juventud es un tiempo de disfrute, pero también es tiempo de comenzar a desarrollar un sentido de responsabilidad hacia la vida. Y esa es la verdadera señal de que has comenzado a madurar.


El que no oye consejo:

Quiero pasar a otro punto importante: Si quieres madurar, es de vital importancia que escuches los consejos de las personas mayores que tú. Sobre todo, si se trata de tus padres. Joven, te voy a decir algo que a tu edad es difícil de aceptar, pero es vital que lo comprendas, porque puede librarte de muchos tropiezos: Tienes que reconocer que apenas estás comenzando a vivir, y que hay personas a tu alrededor que tienen más experiencia que tú. Debes ser agradecido si tienes quien se preocupe por ti y te ame lo suficiente como para corregirte cuando cometes errores o para prevenirte de tomar decisiones incorrectas.

¿Quieres saber cuál es otra evidencia de que estás madurando? Es tu capacidad de escuchar consejos y aceptar las reprensiones con humildad. De lo contrario, en vez de actuar como adulto, lo que estarás demostrando es que sigues siendo un niño malcriado.


Conclusión:

No entender los privilegios como una responsabilidad, y no escuchar los consejos de los que me instruían, me llevó a cometer errores que hubiera podido evitar. Herí a personas que me amaban, estuve cerca de abandonar mis estudios y por poco echo a perder mi futuro irremediablemente por causa de una relación inapropiada. Así que siempre es mejor evitar el mal, sobre todo si estamos avisados.

Joven, tú vas a disfrutar de los privilegios de la vida adulta, pero debes recordar que todas las cosas tienen su tiempo. «¿Y cuándo es ese tiempo?», me dirás. «¿Cómo sabré cuándo estoy lo suficientemente maduro?» Cuando estés dispuesto a asumir los privilegios con toda la responsabilidad que implican, y cuando aprendas a recibir las correcciones con humildad. Cuando eso suceda, podrás estar seguro de que te estás convirtiendo en un adulto.