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A mis hijos


Querido hijo mayor:

Siempre te he querido más que a todos, porque tú fuiste nuestro primer milagro. Tú fuiste el origen de un matrimonio y la consumación del amor joven. Nos apoyaste a lo largo de años llenos de bocadillos, cuando vivíamos en nuestra primera casa, nuestro medio de transporte eran nuestros pies, y nos compramos aquel televisor minúsculo que pagamos en 36 plazos. Eras nuevo, tenías unos padres por estrenar y ropa suficiente como para vestir a todo un regimiento. Eras el primogénito para un papá y una mamá que se esforzaban al máximo. Te tocó el parto más difícil, los imperdibles abiertos y las siestas de tres horas. Fuiste el principio.

Querido hijo mediano:

Siempre te he querido más que a todos, porque llegaste cuando tu familia estaba más disciplinada, y eso te hizo más fuerte. Llorabas menos, tenías más paciencia, tu ropa estaba un poco desteñida porque era herencia de tu hermano, nunca en tu vida hiciste algo el primero. Todo eso te convirtió en un ser muy entrañable. Fuiste con quien nos relajamos, nos ayudaste a darnos cuenta de que un perro te podía dar un lametón y no por eso ibas a enfermar; que podías cruzar la calle solo mucho antes de casarte. Nos ayudaste a entender que el mundo no se iba a desmoronar si te ibas a la cama con los pies sucios. Fuiste el niño de nuestros años más ambiciosos y ocupados. Sin ti, nunca habríamos sobrevivido a los cambios de trabajo y la rutina que a veces hay en el matrimonio.

Querido hijo pequeño:

Siempre te he querido más que a todos, porque a pesar de que los finales suelen ser tristes, en tu caso nos haces muy felices. Nos hemos aferrado a ti con todas nuestras fuerzas. Eres nuestra conexión con el pasado; una razón para el mañana. Nos oscureciste el pelo, hiciste que nuestros pasos fuesen más ágiles, lograste que nuestra vista mejorase y nos hiciste tener un sentido del humor que la madurez, la seguridad y el paso de los años no ofrecen por sí solos. Cuando tu pelo empiece a encanecer y tengas a tus hijos ya mayores, seguirás siendo nuestro bebé.

Una madre