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Mid-life


He visto dos espectáculos teatrales últimamente donde nos querían convencer de que la «mid-life» es un período fantástico en la vida femenina. Y hubo otro donde nos pintaban a la menopausia como algo grandioso...

Esto me hizo meditar sobre el asunto, y quiero compartir mis pensamientos con ustedes. Si ya llegaron a esa etapa de la vida donde no se puede frenar el avance de los 40, 50, 60, se sentirán identificadas con ellos sin ninguna duda.

Mid-life es cuando el vello de tus piernas comienza a mermar, dejándote tiempo libre de sobra para dedicarte al cuidado de tus recién adquiridos bigotes. (Si pasaste los 60, cómprate un espejo-lupa para detectar los pelitos de tu barbilla).

En la mid-life, las mujeres ya no tienen brazos entre el hombro y el codo, sino aletas desplegadas de carnes fofas que cuelgan y bambolean. Ya dejamos de ser mujeres con blusas sin mangas. Ahora nos parecemos a las viejas ardillas cuando huyen con dificultad.

La mid-life comienza cuando puedes pararte frente a un espejo y ver tu trasero sin darte la vuelta.

La mid-life es cuando vas a hacerte una mamografía y te das cuenta de que es la única ocasión en que alguien te sugerirá un «topless».

La mid-life ocurre cuando un buen día, viajando en un metro atestado, tengas el impulso loco de agarrar la dureza de los jóvenes atractivos que te rozan y gritarles: «oídme bien, tesoritos, hasta el imperio romano cayó... ¡y los de ustedes también caerán algún día!»

La mitad de la vida llega cuando al observar a tus sabelotodos hijos adolescentes, portadores de beepers, te hagas esta pregunta: «¿y por culpa de éstos yo tengo estas odiosas estrías?»

Y es entonces cuando la memoria empieza a flaquear. Y a decir verdad, la única cosa que retenemos sin esfuerzo es el agua.

Pero la cosa no termina ahí. A tu cuerpo deformado, celulítico y flácido se le agregan unas piernas donde aparecen líneas rojas y azules que evocan la imagen de un mapa en buena escala de la cuenca del Amazonas con todos sus afluentes.

Mid-life significa, por otra parte, que te has vuelto más reflexiva. Te empiezas a preocupar por las «grandes» preguntas tales como: «¿Qué es la vida?» «¿Por qué estoy aquí?» «¿Qué cantidad de helados de bajas calorías puedo comer antes de que deje de ser conveniente para mi salud?»

Pero la mitad de la vida también te enseña a apreciar lo que es realmente importante.

Comprendemos que los pechos se aflojan y caen, las caderas se expanden, el mentón se hace doble, pero encontramos compensación en el amor de los seres queridos. ¿Alguna de ustedes cambiaría la sabiduría que tiene ahora por el cuerpo que tenía años atrás?

Quizás nuestros cuerpos tengan que expandirse, simplemente, para poder contener toda la sabiduría y amor que hemos acumulado con los años.

Esa es mi filosofía, y me apego a ella...