El ranchero
Me habría gustado conocer al anónimo ranchero del que habla don Abundio.
Los vecinos del Potrero lo eligieron para ir a la ciudad a tramitar cierto asunto de la congregación. Cuando el hombre se presentó ante el funcionario, éste lo miró con menosprecio, pues el enviado iba vestido pobremente. Le preguntó, desdeñoso:
-¿Qué, no hay en ese rancho gente de mayor representación que tú?
-Sí la hay, señor, y mucha, -respondió con estudiada humildad el campesino.- Pero dijeron que, para alguien como usted, bastaba con alguien como yo. Y hasta sobraba.
Me habría gustado conocer a aquel ranchero. Sabía oponer la grandeza de los pequeños a la pequeñez de los grandes.