Salvemos las moscas

Me harté de leer sobre la muerte de los toros. Los toros viven como reyes hasta el día en que los llevan a la plaza. Son unos señorones.

Pero las moscas... ¿es que nadie va a salir a defender a esas criaturas? ¿O pensáis que no sufren igual?

De la orden de las dípteras y de la familia Muscidae, conocidas por todos simplemente como «moscas».

Hermosas moscas cojoneras, hermosas moscas gordas, hermosas moscas azules, hermosas mosquitas muertas.

La muerte de las moscas es tremenda. Desde el clásico matamoscas manual, esa paleta que chafa y aplasta la mosca, esparciendo sus vísceras sobre el cristal o la superficie en que se posa, (a veces la paleta es sustituida por lo que se tiene más a mano, la zapatilla, el periódico, el trapo del polvo...), pasando por los insecticidas líquidos o en spray que envenenan al animal, dejándolo caer y agonizar en el suelo, o unas tiras donde las moscas quedan pegadas por las patas, llevándoles a una agonía larga y dolorosa. O el matamoscas eléctrico, donde quedan fritas en cuestión de segundos... Por no hablar de los niños que les arrancan las alas para ver qué pasa y mueren sin remedio.

Amigos, no os quiero cansar con el tema, sólo os pido cooperación para salvar a las moscas.

Hasta Antonio Machado les dedicó un poema y Juan Manuel Serrat le puso música.

Salvemos a las... moscas cojoneras.