Hagámoslo
Tienes cinco años. Tú y un montón de niños del vecindario estáis jugando a las escondidas. Te toca a ti. 1, 2, 3, 4... 10. Abres tus ojos; y ellos están ahí parados frente a ti, mirándote.
Ahora piensa, ¿fue eso divertido? No. Para que recibas placer, todos los niños deben esconderse. El esfuerzo en encontrar a cada individuo es lo que hace que este juego sea tan divertido. El acto de esconderse es el mecanismo que produce toda la diversión.
Así es la vida. Nuestra satisfacción se nos escapa porque, de otra forma, no sería tan satisfactorio. Es la búsqueda del amor, el dinero, la salud, la amistad, y en última instancia, el despertar espiritual, lo que alimenta nuestro deseo de vivir. Si se nos entregara en la mano, la vida sería muy aburrida.
Hoy mira la vida como si fuera un gran juego de las escondidas. Disfruta el proceso de luchar, y reconoce que tu satisfacción está escondida justo debajo de tu nariz.