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No te hundas


Las estrellas brillan con mayor intensidad y hermosura cuando nos encontramos en alta mar, sus destellos se pierden en el infinito. Quien vive esa experiencia, es posible que sin pensarlo se encuentre a sí mismo contando cada uno de los luceros hasta que los números no alcanzan. A veces parecen tan cercanos que ofrecen la sensación de que bastaría con extender las manos para alcanzarlos.

Pero un cielo estrellado y la suave brisa marina pierden su encanto cuando se pasan cuatro días y tres noches aferrado a un barril vacío. El rumor musical del las olas deja de lado su delicadeza para convertirse en un infierno. «Los segundos se convierten en minutos, los minutos en horas y las horas en una eternidad».

Con estas palabras cortas pero a la vez profundas e intensas, Yoiner Pinilla, de 18 años, relató cómo logró sobrevivir al naufragio de la embarcación en la que transportaba cocos. Iba con destino al puerto colombiano de Buenaventura. Pensaba venderlos y asegurar la alimentación de su familia.

No había transcurrido una hora desde que zarparon, cuando un fuerte oleaje comenzó a azotar la lancha. La madera crujía y cada nuevo embate amenazaba con destruir la estructura. Se movían de un lado a otro como una frágil pluma llevada por el viento. El motor se apagó dos veces. Los tripulantes sudaban procurando que funcionara de nuevo. Pero una enorme ola volteó la barcaza.

El joven se aferró al barril. Era su única esperanza. Cayó un fuerte aguacero, vivió el desespero de un sol canicular azotando su rostro y el frío de la noche. Por momentos llegó a pensar que no resistiría. Pese a ello no se soltó, por el contrario, abrazó el tanque. Era su única oportunidad de vivir.

Dos barcos de pesca pasaron a un kilómetro del lugar donde se encontraba. Gritó, lloró, pero no lo vieron. Su llamado en procura de auxilio se perdía en la inmensidad hasta que las naves se convirtieron en el infinito, donde se confunden el cielo y el mar. Por fin, cuando creía que moriría, una lancha pasó cerca. Lo rescataron. «Dios me dio una segunda oportunidad. He vuelto a vivir», dijo con voz débil al momento de ingresar en la sala de urgencias del hospital.


Una nueva oportunidad...

Tu vida tal vez se ha vuelto un caos. La crisis económica, la sensación de angustia y una concatenación de problemas te hacen pensar que no vale la pena vivir. Como Yoiner, el protagonista de la historia, sientes que el barco de tu existencia está a punto de naufragar.

Ahora es fundamental hallar paz y equilibrio para tu vida. Y eso sólo es posible cuando Dios toma control de nuestra existencia. Tu vida no será la misma, porque no hay nada mejor que dejar que sea Dios quien oriente nuestros días, porque Él nos llamó a triunfar y no a la derrota.